sábado, 24 de diciembre de 2016

Lo que me gusta y no me gusta de la Navidad

Me encanta la Navidad, pero también hay muchas cosas de estas fechas que odio.

Por ejemplo:  

-No me hace feliz pasarme horas cocinando comida que es imposible que nos comamos de una sola sentada.

-Odio que la gente que me ignora durante el resto del año, me abrace si me ve por la calle o me envíe el mismo mensaje genérico que ha enviado a otras 100 personas.

-Me pone muy nerviosa ir a cualquier parte y que parezca una procesión. 
Si se te olvida comprar algo los días antes de Nochebuena o Nochevieja y tienes que salir a por ello....estas jorobada.

-Durante los días previos mi agenda es un conjunto de horarios milimetrados en los que cualquier cosa puede hacerme ir con retraso.

-En mi cabeza las listas se suceden:
Listas de la compra
Listas de regalos
Listas con presupuestos
Listas de tareas pendientes
Listas de listas....

-Soy un poco paranoica con la economía y ver como se escapa el dinero en estas fechas, me estresa, porque siempre acabas gastando de más, aunque sea poco.

-Y sobre todo, odio esa especie de obligación de ser y estar happy todo el tiempo, solo porque es Navidad.

Pero a pesar de todo ello: ADORO la Navidad.

Y la adoro sobre todo, por mis hijos:

-Tienen vacaciones.

-Están genuinamente felices, sin obligarse lo más mínimo.

-Me gusta salir con ellos a pasear y ver las luces (tengo un poco de alma de polilla) y volver con la cara fría (por que también tengo alma de Elsa y "el frío a mi nunca me molesto").

-Me hace feliz ver su nerviosismo los días previos a la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos.

-Me gusta ir a ver llegar a los Reyes en helicóptero.

-Me gusta hacer de ayudante mágica, es la única magia que una escéptica como yo conserva en su interior. La guardo exclusivamente para estos días. 
Idear regalos, esconderlos hasta que llega el día, colocarlos, levantarme la primera y esperar ansiosa a que se levanten y vean todo...

-Me gusta la emoción de mi hija al contarme que este año los reyes que han visitado su cole, son los de verdad, porque la han llamado por su nombre.

-Me gusta que vaya dando pequeños saltitos por la calle moviendo su coleta como la cola de un caballo, simplemente porque se siente feliz y emocionada.

-Me gustan las indirectas del mayor sobre los regalos que le gustaría recibir, las deja caer de soslayo para ver si descifra si va a recibir lo que quiere o no.

-Me gusta ir a comer chocolate con churros, aunque no tomo chocolate y nunca puedo terminarme un churro.

-Me gusta hacer roscón, aunque mi hija me pregunta 150 veces cuanto queda para que se termine.


Adoro y odio muchas otras cosas de la Navidad, pero por resumir un poco diré:

ODIO la hipocresía que envuelve un poco la Navidad.
ADORO la magia y la ilusión que desprenden los niños.

Si la vida, mí vida, fuera como los dibujos animados de superhéroes, mis hijos serían los buenos y con su aura de luz brillante empujarían hasta el destierro al malo, ese ser "feuno" que representa todo lo que odio de la Navidad y que pelea por instalarse en mis días empujando con su halo de luz oscura a mis superhéroes.


Por supuesto, en esta historia, mí historia, ganan los buenos.


"Feliz Navidad"
Navidad, feliz Navidad

lunes, 12 de diciembre de 2016

De los Reyes Magos, el carbón y otros chantajes...

Añadir leyenda


Preguntas, con afirmación incluida, que los niños reciben año tras año a medida que se acerca la llegada de Papá Noel y los Reyes Magos :

-"¿Has sido buen@?, mira que los Reyes te están viendo y si te portas mal, te traerán carbón....

-"¿Qué tal el cole?,¿Has estudiado mucho? Si no sacas buenas notas, estas navidades no te traerán nada...


En nuestra casa los Reyes Magos, Papá Noel y el Ratóncito Pérez, son mágicos si, pero no tienen el poder de espiarnos, ni castigan nuestro comportamiento.

Para castigar y esas cosas ya estamos su padre y yo como los malos malísimos de la película, a los seres mágicos les dejamos la parte bonita del asunto.

Prefiero que aprendan a portarse bien por que entiendan la finalidad de hacerlo y no para recibir algo material a cambio.

A mi hijo cuando era chiquitín, pensar que le veían todo el rato y  que además podían entrar en casa en cualquier momento, le causaba un gran desasosiego y la verdad es que no le culpo, a mi el rollo Gran hermano me pone un poco nerviosa también. 

Así que decidimos que no, que no pueden vigilarnos, simplemente saben cosas de nosotros por que son seres mágicos y especiales conectados con las emociones de los niños sobre todo.

Y no pueden entrar en casa en cualquier momento, solo en el momento en el que necesitan obrar su magia para ellos.

Que si te paras a pensarlo, sigue siendo inquietante, pero claro, yo ya soy gallinita vieja y hace muuuuuucho que no creo en la magia, si no en que hay que crear magia.

¿A lo mejor por eso no me suelen traen regalos?

Pues nada, este año a creer y crear mucha magia,  a ver si me traen muchos regalos a mi también, por que oye, yo creo que me he portado muy bien...;)

miércoles, 30 de noviembre de 2016

La perfección no existe

Y con este título tan sesudo, parece que he descubierto el hilo negro, ¿verdad?


No es mi intención, pero hay días en los que resulta necesario parar la maquinaria de mi cabeza y reflexionar sobre esto.


En cuanto me dejo llevar por la rutina, las prisas y  obligaciones, lo pierdo de vista. 


Soy una persona muy exigente conmigo misma, demasiado.


Para mi desgracia, esta exigencia mía, no me exime de meter la pata a menudo como a cualquiera. Ser tan exigente no me lleva a ningún sitio, 


Siempre intentando llegar a todo, poder con todo y además, hacerlo todo bien...



Que, que nadie se ofenda ni enfade, que a nadie le falte nada a mí alrededor....



Que la casa este limpia, la nevera llena, la comida preparada, rica, sana y nutritiva...



Los que cumplen años felicitados, los regalos comprados...



Las atendidas, las cuentas impecables, los ahorros en orden, los armarios colocados, los niños perfectamente educados, los deberes terminados, las agendas firmadas...



Los conflictos resueltos, los dramas finiquitados, los favores realizados...



El pelo en orden, la ropa conjuntada, los labios pintados y la sonrisa en la cara.



Podría seguir escribiendo tantas y tantas líneas...



Buscar la perfección es tan cansado, tan agotador, que a veces una siente que no es lo suficiente:


Lo suficiente guapa, buena, organizada, eficiente, amble, capaz... lo suficiente.

Por qué la perfección mal entendida, es la zanahoria que cuelga delante de las narices del conejo y que por más que corra, no logra alcanzar. 


Y esto no es lo que quiero para mis hijos, no quiero que nunca sientan que no son suficientemente algo. 



Quiero que sean responsables y aprendan a esforzarse por aquello que sea necesario.



Quiero que sepan sacar lo mejor de sí mismos en cualquier situación.



Me gustaría que aprendieran que pueden levantarse tantas veces como caigan.



Que sean amables y empáticos, con los demás, pero también consigo mismos.



Pero no a costa suya, no por encima de todo, no por delante de ellos.



Porque sobre todas las cosas que quiero para ellos, está su felicidad.


Siempre he pensado que aprenden más de lo que nosotros hacemos, que de aquello que les decimos, por eso, a veces me tengo que parar, descubrir el hilo negro y pensar que: 

LA PERFECCIÓN NO EXISTE